Rss Feed

  1. Ya no la recuerdo. Recuerdo que la recordaba cuando sabía que la vería, cuando el Mañana del Ayer garantizaba su presencia; la recordaba cuando las ansias golpeaban ese pequeño nervio posicionado en el vientre que, conectado a los labios, hace nacer esa curva llamada sonrisa. Además, si mis recuerdos no me fallan, la recordaba cuando estaba conmigo, de esta manera relacionaba sus palabras o su vestimenta con sus respectivas similares en ocasiones anteriores. Pero ya no la recuerdo.

    Entre el olvido y el recuerdo existe un largo camino, igual de largo que el camino de mi casa a la farmacia. Entre mi casa y la farmacia está el parque. En dicho parque es donde me siento a leer y a observar cómo, llenos de una efervescente alegría, juegan los niños; a veces leo poesía, a veces veo como se lanzan la pelota unos a otros, a veces leo las escondidillas y a veces veo como juegan a la novela, es divertido, realmente divertido. Reitero, el camino del olvido al recuerdo es bastante similar al de mi casa a la farmacia, con un parque muy parecido y toda la cosa.

    Ahora, ¿a dónde intento llegar con todo esto? Es simple, sólo deseo e intento decir que ya no la recuerdo. Es extraño, pero no imposible, le escribo a ella aunque ya no la recuerdo. En ocasiones, muchas ocasiones, lo extraño es muy simple. Ya no la recuerdo pero todavía no la olvido, nunca la he olvidado y tal vez nunca la olvide. Así pues, lo incito a conjeturar sus propias conclusiones.

    PD: ¡Qué lindo es el parque!