Ya ha pasado bastante tiempo
desde mi última publicación en el blog y, no sé, en realidad me han gustado
algunas de las cosas que he estado compartiendo por este medio. Ahora, como
parte de mis propósitos de este año, he decidido tenerlo un poco más atendido,
así que verán más cosillas mías por aquí (claro, si es que alguien visita este
pobre y desolado blog). Tengo algunas ideas nuevas para darle a este sitio un
poco más de variedad y contenido para más gustos, como dicen “año nuevo, vida
nueva”. Una de esas ideas es abrir una sección llamada Citas, donde estaré
publicando algunas de las mejores frases que me vaya encontrando en los libros que lea y, en ocasiones, mis opiniones acerca de lo citado.
Bien, para comenzar con esta
nueva sección les traigo trece citas de la obra El Fin del Mundo y un Despiadado País de las Maravillas, del japonés
Haruki Murakami. Este es un libro que ya reseñé hace tiempo aquí, y que se
convirtió en una de mis obras favoritas de todo lo que he leído, un libro que
en realidad recomiendo mucho. Así que si quieres ver dicha reseña sólo da clic
aquí. Entonces, no hagamos más larga la espera y comencemos con esto.
“Le dije que no lo entendía. Soy una persona bastante honesta. Cuando entiendo las cosas, lo digo, y, cuando no las entiendo, también. No me gustan las medias tintas. La mayor parte de los problemas, creo yo, surgen por expresarse con poca claridad. Y estoy convencido de que la mayoría de la gente habla de manera ambigua porque, en su fuero interno, busca problemas. Eso creo yo.”
“El corazón tiene esas cosas. Que nunca siente igual. Es como la corriente de un río. Según la configuración del terreno, fluye de una manera o de otra.”
A menudo nos preguntamos y hasta quejamos acerca de las emociones, el por qué no podemos actuar de manera semejante en distintas ocasiones. Tal vez la respuesta sea algo parecido a lo que esta cita nos dice.
“Para ser más preciso, el mundo cambia según dé uno un paso hacia la derecha o hacia la izquierda. Por lo tanto, el mundo se modifica a medida que cambian los recuerdos.”
La gente dice que recordar es
vivir. Eso está muy claro para Murakami y lo ha plasmado en varias de sus
obras. Sin embargo, los recuerdos tienden a cambiar gracias a distintos
factores.
“Primero, hablemos del corazón. Me has dicho que en esta ciudad no hay luchas, odio ni deseos. Eso, en sí mismo, es maravilloso. Tanto que, si tuviera fuerzas, aplaudiría. Pero piensa que el hecho de que no existan luchas, odio ni deseos significa que tampoco existen las cosas opuestas. Es decir, la alegría, la paz de espíritu, el amor. Porque es de la desesperanza, del desengaño y de la tristeza de donde nace la alegría y, sin ellas, ésta no podría existir. Es imposible encontrar una paz de espíritu sin desesperación. Ésta es la «naturalidad» a la que me refería. Y luego está el amor, por supuesto. Lo mismo sucede con la chica de la biblioteca de la que hablas. Tú tal vez la quieras, pero tus sentimientos no conducen a ninguna parte. Porque ella no tiene corazón. Y un ser humano sin corazón no es más que un fantasma andante. Dime, ¿qué sentido tiene conseguir algo así? ¿Deseas para ti esta vida eterna? ¿Quieres convertirte, también tú, en un fantasma similar? Si yo muero aquí, tú pasarás a ser uno de ellos y ya jamás podrás abandonar la ciudad.”
“Primero, hablemos del corazón. Me has dicho que en esta ciudad no hay luchas, odio ni deseos. Eso, en sí mismo, es maravilloso. Tanto que, si tuviera fuerzas, aplaudiría. Pero piensa que el hecho de que no existan luchas, odio ni deseos significa que tampoco existen las cosas opuestas. Es decir, la alegría, la paz de espíritu, el amor. Porque es de la desesperanza, del desengaño y de la tristeza de donde nace la alegría y, sin ellas, ésta no podría existir. Es imposible encontrar una paz de espíritu sin desesperación. Ésta es la «naturalidad» a la que me refería. Y luego está el amor, por supuesto. Lo mismo sucede con la chica de la biblioteca de la que hablas. Tú tal vez la quieras, pero tus sentimientos no conducen a ninguna parte. Porque ella no tiene corazón. Y un ser humano sin corazón no es más que un fantasma andante. Dime, ¿qué sentido tiene conseguir algo así? ¿Deseas para ti esta vida eterna? ¿Quieres convertirte, también tú, en un fantasma similar? Si yo muero aquí, tú pasarás a ser uno de ellos y ya jamás podrás abandonar la ciudad.”
Esta es una cita algo extensa,
más sin embargo resulta sencilla de entender. Estoy totalmente de acuerdo con
la idea de que, para que existan las cosas buenas que conocemos y ansiamos,
deben existir sus opuestos. Es el equilibrio, el Ying y el Yang de la vida.
“«¿Y qué he perdido yo?», me pregunté, rascándome la cabeza. Sin duda alguna, había perdido muchas cosas. Si las hubiera apuntado todas en una libreta, posiblemente habría llenado un cuaderno entero de la universidad. Había sufrido mucho la pérdida de alguna de ellas a pesar de que, en el momento en que las perdí, creí que no importaba demasiado, pero con otras me había sucedido lo contrario. Había ido perdiendo diversas cosas, diversas personas, diversos sentimientos. En el bolsillo de un abrigo que simbolizara mi existencia, se habría abierto un agujero fatal que ningún hilo ni aguja podrían coser. En este sentido, si alguien hubiera abierto la ventana de mi piso, se hubiese asomado dentro y me hubiese gritado: «¡Tu vida es un completo cero!», yo no habría tenido ningún argumento en contra que esgrimir.”
En sus obras,
Murakami recurre a muchas analogías de este tipo, en la que cosas tan simples y
cotidianas tienden a relacionarse con los sentimientos y pensamientos más
profundos del ser humano. Esa simpleza me encanta, y creo que da una profundidad
interesante al desarrollo en sus personajes.
“Sin embargo, si hubiera podido volver atrás, me daba la sensación de que habría reproducido una vida idéntica a la que había llevado. Porque ésta —esta vida llena de pérdidas— era yo. Era el único camino que tenía yo de ser yo mismo. Por más personas que me hubiesen abandonado a mí, por más personas a las que hubiese abandonado yo, por más bellos sentimientos, magníficas cualidades y sueños que hubiese perdido, yo únicamente podía ser yo.”
A veces he
llegado a pensar que el destino existe, y que está en nosotros. No sé si
nuestra vida está escrita, pero sí que creo en la posibilidad de que, a partir
de nuestras acciones, ésta se va escribiendo. Dicen que la cabra siempre tira al
monte, y quizá sea así. Si tuviera la oportunidad de regresar el tiempo, sin
duda, repetiría todo lo que en mi vida he hecho.
“Mi yo estaba aquí, esperando a que yo volviera.”
“Tal vez fuese desesperanza. Turguéniev quizá lo llamaría desencanto. Dostoievski, tal vez infierno. Somerset Maugham tal vez lo llamase realidad. Pero lo llamaran como lo llamasen, eso era yo.”
“La mayoría de las acciones humanas se basan en el presupuesto de que después vas a seguir viviendo, y si te quitan esta premisa, apenas te queda nada.”
“Morir significa marcharse dejando un envase de espuma de afeitar a medias.”
“La tristeza, cuando es tan profunda, ni siquiera permite metamorfosearse en lágrimas.”
“Aunque nadie lamentara mi pérdida, aunque no dejase un vacío en el corazón de nadie, aunque casi nadie se diera cuenta de que yo había desaparecido, no quería: mi existencia era asunto mío. Ciertamente, había perdido muchas cosas en el curso de mi vida. Tantas que, aparte de mí mismo, ya casi no me quedaba nada por perder. Sin embargo, en mi interior permanecía vivo el reflejo de lo que había perdido, y aquello era lo que había conformado mi ser a lo largo de mi vida.”
Creo que esta es mi cita favorita de toda la obra. No hay mucho que explicar ni que opinar, simplemente ese tema del yo, y de amar la vida, con sus altas y bajas.
“Mi vida siempre ha consistido en esto. En recoger basura, ir limpiándola a mi modo e ir arrojándola a otra parte. Pero es una basura inútil. Y se pudre allí donde está. Nada más.”
Así terminamos con las citas que
más me gustaron de esta obra. Si les gusta esta sección, no duden en decírmelo.
Si no les gusta, díganmelo de igual manera. Si les importa poco, también. En
fin. Nos leemos en otra ocasión.