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  1. Título: "La casa de los espíritus".
    Autor: Isabel Allende.
    Género: Novela/Realismo Mágico.

    Recuerdo que, hace algunos ayeres, siendo apenas un niño, eran frecuentes las ocasiones en que adoptaba el papel de fascinado oyente. Abuelos, vecinos, compañeros de escuela, entre otros, me adentraban poco a poco en el ilusorio mundo de la fantasía paranormal que tanto caracteriza al país, y que más tarde descubriría que también al continente entero. Sombras de aparecidos, objetos que se mueven solos, ruidos extraños, destinos plasmados en barajas y entre otras manifestaciones del Más Allá, nos rodean apenas nos instalamos en una sociedad basta en cultura y tradiciones de índole prehispánica.

    Es éste el mundo que sirve de telón a Isabel Allende en su primera novela, La casa de los espíritus (Sudamericana, 1982), para expresar sus más profundas ideas sobre temas tan relevantes como la familia, los lazos afectivos, el amor, los ideales, la política, la lucha entre clases sociales, la revolución y, por supuesto, lo extraordinario y sobrenatural que un continente tan rico como el nuestro tiene.

    A lo largo de los catorce capítulos que constituyen la obra, la escritora chilena nos instala en una peculiar familia a lo largo de cuatro de sus generaciones, cada una bien representada por sus cuatro mujeres protagonistas: la bella Rosa, la clarividente Clara, la hogareña Blanca y la intrépida Alba. Cada una desarrolla un papel esencial dentro de la historia, que se va formando mediante relatos y situaciones emblemáticas, a modo de rompecabezas, para completar los noventa años del hombre protagonista: Esteban Trueba, al que vemos crecer y pasar de ser un niño pobretón con los bolsillos rotos a convertirse en el Senador más importante, influyente y adinerado del país.

    Una historia fantástica, que nos va llevando por paisajes hermosos, por situaciones dramáticas y difíciles, que al final terminan desembocando en la persona de Clara Del Valle, la gran mujer que construye el mundo de lo sobrenatural y el amor en la gran casa de la esquina. Además, Isabel Allende tiene una delicadeza en su narrativa, con lo que logra que incluso las situaciones más arduas e insoportables para los personajes, resulten una delicia para uno como lector. Con personajes a veces fugaces, como aquél Juan Del Pedo, quien se trepó a un árbol haciendo uso de sus dotes acrobáticas y terminó avergonzado huyendo a una isla a causa del ruidoso gas que se le escapó en su intento de cortejo, o cómo olvidarnos del Poeta, quien con sus versos lanzó a una población explotada directo a la revolución, la novela es por demás entretenida y magnífica en toda su extensión.


    En Obras como La casa de los espíritus es donde los muertos platican con los vivos normalmente, las momias caminan y bailan entre los rincones de la casa, el futuro se ve plasmado en los movimientos de una mesa de tres patas, en fin, donde el Realismo Mágico, aquél género del que nuestro queridísimo Juan Rulfo estaría tan orgulloso, llega a un punto imprescindible para cualquier lector que ame estas transiciones de la imaginación humana y sepa de antemano que, así como lo vemos en el mundo todos los días, la realidad es invadida por la ficción.



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