Rss Feed
  1. De entre los millones y millones de individuos que hoy pisan la tierra al igual que todos, hay una clase que, aunque es diminuta en comparación con los restantes, resulta mayoritariamente poseedora del terreno que compone nuestro hermoso planeta: La clase de los solitarios.

    Estos individuos resbalan, no caminan, por las calles. Regularmente se les verá con la mirada perdida, pero no se confundan, el solitario lleva por arma su mirada, y la utiliza como el veterano de guerra utiliza un fusil para defender su patria; el solitario es más patriota que los patriotas. Cuando uno los ve por ahí resbalando, puede notar que su comunicación corporal refleja dolor; al solitario regularmente le hace falta un pie (no siempre físico, aunque sí en algunos casos), un pie espiritual que obliga a los hombres normales caminar por las cuerdas flojas; el solitario no camina por cuerdas flojas, no puede, porque su vida es una cuerda floja.

     Hay que ser un solitario para reconocer al solitario. Hay personas que intentan acercarse a nuestra clase en cuestión, pero el ser humano – totalmente inconfundible con el solitario - no tiene las agallas del solitario para quedarse solo. Además, el ser humano camina, no resbala, únicamente por las calles que significan zonas aceptables dentro de su zona de confort, por eso van dejando surcos que delatan su trayectoria, haciéndolos más susceptibles a posibles amenazas, por ejemplo a los asaltantes. En cambio el solitario resbala, no camina, por las calles sin pensar nunca en aparentes zonas de confort; el solitario resbala, no camina, con la mirada abajo y no al frente como el ser humano, haciéndolo así invisible y, por lo tanto, fuera de cualquier amenaza; nunca en la historia han asaltado a un solitario.


    Paradójicamente, el solitario disfruta de manera impresionante de la compañía, pero precisamente eso es lo que repercute en su actividad social; es decir, el ser humano nunca ha disfrutado de la compañía, sino que odia la soledad, y no soporta que alguien ame la compañía. El solitario es un individuo ocupado, a pesar de no tener tareas por realizar; podríamos decir que el solitario es un excelente administrador del tiempo. Asimismo, el solitario suele caer frecuentemente en contradicciones, por lo que resulta fácil reconocerle: el solitario tiembla en demasía; al solitario se le quebranta la voz; al solitario le hieren las despedidas; el solitario ama las letras porque a menudo vienen de otros solitarios. Al solitario le gusta escribirle a los solitarios.



  2. 0 comentarios:

    Publicar un comentario